Wednesday, October 26, 2016

Aquiles en los Andes de Hemil García Linares reseña de Eugenia Muñoz Molano en Irreverentes de España

https://periodicoirreverentes.org/2016/10/03/%C2%A8aquiles-en-los-andes%C2%A8-de-hemil-garcia-linares/
Reseña escrita por Eugenia Muñoz Molano, PhD en literatura

Aquiles en los Andes (2015), de Hemil García Linares es una novela que llama a la reflexión  y al rechazo contundente de la violencia sin razón y  sin ninguna causa que la justifique. La violencia resultante del enfrentamiento guerrero de bandos por el poder, por la supremacía del uno sobre el otro, infortunadamente es un mal inherente  a la condición humana, tradicionalmente la masculina. Hemil noveliza de manera muy hábil la realidad histórica de los años ochenta y noventa de la guerra en el Perú entre el grupo subversivo Sendero Luminoso y el ejército del gobierno peruano, donde no se puede decir que hubo héroes sino hombres barbarizados y víctimas inocentes. La novela también  incluye la violencia generada por los apasionados ánimos de los jóvenes de aquel entonces, apegados ya sea a un equipo de fútbol contra otro, o a un grupo de rock.
El personaje central, Aquiles es un joven que no obstante la trama e intriga novelesca de su propia vida con relación a la muerte y “resurrección” de los padres a quienes creía muertos, representa a los seres humanos que inocentemente quedan atrapados entre dos bandos guerreros y sufren por partida doble las persecuciones y torturas de ambos.  Aquiles de niño pierde a sus padres por causa del ejército y al crecer, su resentimiento lo lleva a identificarse con la ideología que pregonaba Sendero Luminoso de derrocar la injusticia y la desigualdad representada por el gobierno y el ejército. Pero la ironía contra la cual se estrella Aquiles es que la represión, la tortura, la injusticia y el rechazo lo vive en carne propia a causa de los subversivos, por el solo hecho de ser hijo de unos padres a quiénes estos  últimos identificaron como colaboradores del ejército. Aquiles queda sin un asidero para fincar su ideología e identidad. Tanto el ejército como los senderistas le han destrozado la vida, pues al ser capturado por este con evidencias de su colaboración con el grupo subversivo, también es encarcelado y maltratado. Esa doble trampa de violencia, por una lado se agudiza para Aquiles cuando se ve obligado a delatar a los senderistas ante el ejército para asestarles el golpe de la derrota final y a cambio el ejército le ofrece restablecerle su vida familiar junto a sus padres y a su hermano Antenor,  pero con la exigencia de que renuncie a todo lo demás que lo una a su patria, sus raíces e identidad peruana. La encrucijada de caminos que le queda a Aquiles es la  persecución y la muerte en su país o salvar la vida en el exilio  adonde sus padres tuvieron que huir obligados sin sus hijos para proteger sus vidas y las de éstos, irónicamente amenazados por el mismo ejército  con quien ellos colaboraron, especialmente su padre,  en la lucha contra los subversivos, ya que habían sido testigos de la cruel matanza de campesinos inocentes y violaciones a mujeres indefensas a manos del ejército. El padre expresa la angustiosa pesadilla de su partida con un sueño recurrente que lo martiriza: “Ibamos en un tren, cruzando los cerros, y atrás nuestros hijos iban corriendo y gritaban: “Papitay, mamitay, ¡no se vayan!” Ellos llevaban flores en las manos e intentaban alcanzarnos, pero el tren se alejaba cada vez más y pronto los perdimos de vista para siempre”.
Con el recurso de diversas voces narrativas que hablan desde y sobre los bandos en conflicto, el autor presenta objetivamente las causas de la violencia y el sufrimiento que ésta provoca.
aquiles-en-los-andesLa conducta negativa de los miembros del ejército en esta novela de Hemil, a diferencia de Lituma en Los Andes de Vargas Llosa, queda expuesta en sus también actos de violencia indiscriminada, falsedades y persecuciones para aparentar una realidad de honestidad y justicia que también ellos están muy lejos de ejecutar. Las confesiones del General del ejército a través del “tú” o conciencia muestran la verdad que ante sí mismo no puede negar sobre la propia violencia de los miembros del ejército no solo contra los enemigos terroristas, sino contra los campesinos atrapados en el enfrentamiento de estos dos bandos  y peor aún la justificación de violar a mujeres porque son hombres “necesitados” de sexo. También entre los militares vencedores del terrorismo de Sendero Luminoso, como el General, hay quienes terminan víctimas de sus acciones, con alucinaciones y en la más absoluta soledad por el abandono que sufre sin esposa e hijos residentes en el extranjero de manera no muy diferente al general dictador de Gabriel García Márquez.
La contradicción entre las ideologías preconizadas y las acciones y actuaciones ejecutadas tanto del ejército como de los subversivos, también es expuesta  cuando se pone al descubierto el estilo de vida burgués de Abimael Guzmán, el representante de la izquierda y fundador de Sendero Luminoso: el día que lo atraparon se encontraba en una cómoda residencia de un buen barrio donde “escribía, leía, se alimentaba opíparamente, bebía buen vino, fumaba cigarros Máster y escuchaba musica clásica como el mejor de los humanistas”.
Los partidarios de Abimael Guzmán actantes en la guerra o “terrucos”,  no quedan exentos de las evidencias novelescas que los señalan igualmente represivos, injustos y violentos con los indefensos campesinos, quienes a la fuerza debían apoyarlos y proveerles posada, alimentación, frazadas, etc. De lo contrario los declaraban “enemigos de la revolución”, los agarraban, los sometían a “juicio popular” y los ejecutaban a tiros, como en el caso del campesino Nicanor.
La novela termina sin un toque de esperanza para el Perú de una realidad social más justa que nunca iba a ser solucionada con la guerra interna, ni después de ésta. El gobierno vencedor siguió con las mismas prioridades de poder junto con las clases sociales altas sobre las bajas que no tienen cuando salir de pobres y ver la justicia e igualdad para todos.
Con  Aquiles en los Andes, Hemil García Linares nos da a conocer  a los lectores ampliamente la realidad de la violencia en su país natal que ningún fruto positivo puede dar y la innegable verdad de que tanto revolucionarios como gobiernos y ejércitos son “la misma cara de la moneda de la guerra”. Es más, esta realidad peruana es la misma de los países Latinoamericanos históricamente desangrados en guerras  políticas internas. Para muestra de esto último basta mencionar la larga lucha de más de cincuenta años en Colombia entre las Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia (FARC), los militares, paramilitares y gobierno. Donde no solo campesinos y ciudadanos de todas las clases sociales han sido víctimas de ambos bandos.

Natalia Gomez Linares, poeta vasca fallece en Michigan a la edad de 50 años


Esta tarde (Octubre 8 de 2016) estaba en escuchando una charla sobre el Quijote y la poesía cuando me enteré que Natalia Gómez Linares, mi querida hermana literaria nos ha dejado tras una valiente batalla (muy típico de ella) contra el cáncer. Tuve que salirme de la charla para poder llorar en el pasillo. 
Le he agradecido muchas veces a Natalia (y nunca ha sido suficiente) por haberme ayudado a descubrir mi camino en la literatura con su ejemplo.
Conocí a Natalia el 2009 cuando me invitó a dar una charla magistral a Grand Valley State University. Pasé un par de meses preguntándole porqué me había invitado si yo era (y soy) un desconocido total. Antes habían invitado a Ernesto Cardenal. Natalia, hasta hoy atesoro cada una de las razones que me diste, algunos de ellas muy creativas (¿Qué más podía esperar de una poeta sensible como tú?).
Natalia era así de solidaria no solo con sus amigos sino con el prójimo. Creía en la justicia e igualdad promoviéndola con actos.
Me brindó su amistad y me dio consejos de manera respetuosa. Siendo una académica con un PhD bajo el brazo nunca me habló como tal, sino como una pedagoga que sabe guiar. Me aconsejó que haga una maestría, de manera muy sutil. Tenía mucho tacto y hasta recuerdo sus palabras: te vendría bien una maestría. Mira cómo lo han pasado los estudiantes con tu charla.
El 2009 mientras íbamos en su coche y Natalia me decía que manejaba fatal. Recuerdo que nos perdimos. En el camino ella observaba con atención los tonos y colores de las hojas. Le conté que trabajaba en el mundo de los negocios y que nadie sabía que yo era escritor. Natalia me hizo reír: “qué interesante. De día vas a trabajar con traje y corbata y no saben que escribes. De noche escribes y son otras personas las que saben que tu oficio. Es como tener dos identidades. Podrías escribir sobre eso…”. 
Natalia apoyó todos mis proyectos literarios e incluyó mis libros en sus clases. Tuve el honor de tenerla como autora en dos antologías y lamentablemente el 2012 no pudo ir Perú ni venir a Virginia para las presentaciones por motivos de salud. 
Admiré (y admiro) en Natalia su fuerza para luchar y determinación. Me contó una vez que un familiar le había dicho que ella era como un martillito que seguía dando golpecitos y golpecitos sin parar hasta lograr metas y objetivos. 
Natalia siempre fue una persona muy intelectual y su prestigio académico nunca afectó su amabilidad y sencillez, algo que no siempre ocurre en el mundo académico.
Hace un tiempo me emocionó que ella (la gran estudiante, la que obtuvo una beca Guggenheim, la profesora titular de GVSU, la poeta publicada) compartiera conmigo un cuento inédito y me pidiera consejo. Una intelectual como ella que fue una mentora y que me vio avanzar poco a poco desde el 2010, el 2015 confió en mí para revisar un texto suyo (muy emotivo, por cierto) que aun atesoro conmigo. Ella que hizo tanto por mí, me pidió un favor (para mí no era tal cosa, por el contrario, era un honor y una alegría porque ella sabía mucho de literatura). Esa sencillez es propia de un intelectual y académico auténtico. En mi corta vida como docente he aprendido que un académico es solamente un estudiante avanzado y que puede aprender de sus alumnos.
Natalia hizo mucho por su universidad GVSU, por la poesía, la literatura y su comunidad. Nos deja una gran amiga, una persona que adoraba a su familia, sus amigos, estudiantes, su profesión, la poesía. Su ausencia hoy, naturalmente, me causa una profunda tristeza. Pero sus libros, obra y ejemplo de vida me dan esperanza. Hoy leeré sus poemas y acariciaré la tapa de sus libros.
Hoy en Virginia ha habido “una tarde de aguacero” (parafraseo al gran Vallejo, poeta a quien Natalia amaba hasta el punto de ir a “visitarlo” en Santiago de Chuco) y Natalia se ha ido y está ahora recitando con Vallejo y continua hablando el lenguaje maravilloso de la poesía. Hoy por la tarde mientras llovía en Virginia y regresaba a casa para abrazarme con mi esposa e hija, me aferraba al volante llorando la ausencia que nos deja la poeta vasca.
Adiós “prima” Natalia y compañera de lucha literaria (Yo sé que tú entiendes esta palabras que hemos usado desde el 2009 hasta hace apenas un mes y medio).Nos vas a hacer mucha falta. Gracias por haberme permitido ser tu amigo, llevarme a tu casa, a Grand Valley State University, conocer a tu hermosa familia y haberme ayudado a encontrar este camino que ahora sigo.
Tu amigo, alumno y colega.
Hemil